UN GATO MUY GATO
SANDRA GALLARDO
“ ¡ A mí la muerte no me asusta!” Decía un viejo gato que todas las tardes presumía sus pecados gatunos, sobre el desvencijado tejado de una antigua casona. “He vivido tanto que la muerte será un paso más, algo así como comerme un plato de salmón y recordar los maullidos de mi vecina; ella, a diario me despierta con sus ronroneos amorosos, a pesar de que su dueña arremete contra nosotros y escoba en mano me persigue a lo largo y ancho de su jardín y me recuerda mi plebeya estirpe.
Justo en el momento en que el orgulloso aventurero se lamía los largos bigotes y sé acomodaba sobre sus patas para sentirse cómodo y así, repetir una vez más sus correrías; un fuerte temblor sacudió la casa. La sacudida fue tan fuerte que las enmohecidas tejas sé desprendieron de las vigas, sin salvarse, aquella donde el gato estaba sentado. Como impulsado por un resorte dio un salto, clavó las uñas en la desgastada madera y colgó peligrosamente. Jalado por su peso poco a poco perdió terreno. Su cuerpo se precipitó al vacío. En un intento de protección, imploró auxilio con un desgarrador maullido. En la penumbra, sus ojos tenían un singular brillo, como si quisieran iluminar su muerte. Frente a él, desfilaron vertiginosamente sus correrías: los ojos verdes de su última novia, sus alegrías y tropiezos, además su amado tazón con leche que todos los días, la abuela dejaba bajo la enredadera. Las multicolores luces de su desesperación lo cegaron y no supo más.
Tiempo después abrió los ojos, cauteloso se puso de pie, se estiró lentamente, en espera de que algún hueso le molestara; interrogante, observó temeroso, dio unos pasos; sorprendido vio que todo estaba en calma, la casona estaba intacta. Dando pequeños pasos caminó por la estrecha vereda hasta el jardín: ahí, bajo la enredadera estaba el tazón con leche, pasó sin tocarlo, desvió la mirada, cuándo una risueña gatita le envió un coqueto miauuu. Siguió de largo, hasta llegar al pie a la barda, todo indicaba que subiría a ella para alcanzar el tejado y como era su costumbre exagerar sus pasados romances, pero esta vez, sólo se limitó a lanzar largos maullidos como si algo lo detuviera; quizá era el resabio de su terrible pesadilla.
RETROSPECTIVA Dedicado a: Esaú Briones
E. D.
A medida que avanzan las escenas
cae el telón de los rostros
surjo con mi silencio a cuestas.
De ayer a hay , hay muchas lunas rotas
huellas inscritas
en el anverso y reverso de esta ciudad que soy,
vientos y tormentas
en la fachada de aquellos días de sol.
Cada línea es un surco, cada surco una zanja
hube de poner puentes y reforzar andamios,
con hierro y concreto levanté mis torres
el cielo se hizo estrecho sin mis marquesinas.
Las horas opacas bañaron mis espejos
el negro-azul de mis cabellos
el brillo de mis niñas de miel sé hizo de noche.
Del diamante incrustado en la diáfana roca
sólo queda una piedra ya carente de brillo,
una carta lacrada con una firma rota
un amor en la niebla cada día más lejano.
Mas, bendigo de la vida todos los tiempos idos
porque el venero muere al producir arroyos
y los arroyos ríos para volverse mares,
son aguas subterráneas cada vez más profundas
no sé ven, no sé tocan porque son invisibles
y sin embargo, sin embargo, están.
PRESIDENTE DE ESCRITORES DEL GOLFO DE MÉXICO, A. C.