Acercamiento al libro de poesía: Primer labio, de María José Mures
Luis Alfaro Vega
Las íntimas preocupaciones de María José Mures rondan en torno a ese sacudimiento de vida que denominamos amor. La diafanidad de sus palabras va en dirección certera, en riesgo y sumatoria de experiencias, hacia ese enigmático destino de los seres humanos, amarse, amarse a contrapelo de presencias y ausencias, coherencias y contradicciones entre dos entidades sensibles que, en la extravagancia y pluralidad de sus razonamientos, asumen impulsos hacia el signo que carnalmente deslumbra, y se añora, con los jugos de las entrañas y las inasibles arenas de los sueños.
Primer labio es un canto al relampagueo y sorpresa de la forma del otro, la fiesta de la epidermis en su prestancia de veleidosas pomposidades. El cuerpo del ser amado, esa huella en ráfaga que arde de incertidumbres, que nos ata a la vez que nos liberta, transfigurándonos hacia sus eróticos alegatos e intestinas reconvenciones, paraíso en el que pretendemos estar con la unidad de todo el ser.
Ella expone la inquietud, el destino y dirección de su empeño poético, con meridiana claridad:
en la piel están las caricias,
las ternuras y humedades
de tu reserva y la mía.
Y en otro estamento de su poemario:
Un golpe me abrocha
a tu cuerpo un minuto
zarandeándome en círculo.
María José Mures ahonda la herencia de tantas voces que cantan el anverso y reverso de esa conquista humana que designamos, oh enigmático laberinto privado, como el amor. Sus versos se constituyen en una expuesta y bravía marea de sensualidad idealizada, un constante ir y venir por la fúlgida presencia del amado, en añorado complemento de belleza, en procura de la unión que rescate y columbre a la pareja hacia el jardín del íntimo gozo.
En el devenir de Primer labio aparecen alocuciones a la ausencia, y cómo no, la comprometedora seducción entre dos se cristaliza, tanto con la contundencia de la cercanía física (palpos, sudores, perfumes, guiños), como con el desconcierto de la temporal ausencia, aquel abismo en el que perdemos el vigor del cuerpo amado a nuestro lado, y sucumbimos a la añoranza de su presencia, el plano inasible de los recuerdos: formas y colores que permitieron el encuentro de dos, que adornaron la doméstica fuga de los amantes, imágenes de gozosos desvaríos en la mente, idealizados instantes de abrazo y beso, de suma y resta en la superficie del otro. Remembranzas de íntimas sutilezas que tornan, saturándonos por dentro de un común jolgorio.
Versos de hondo calado nos exponen el ardor de la reminiscencia:
me inunda tu ausencia,
Más adelante:
quién soy sino tu tremendal ausencia,
Y otra contundente, avivada referencia:
Inefable y fasto amor
rico en ausencias
no tenerte se hizo canto.
Y estos versos, de peregrino deleite filosófico:
me alisto a ser víctima
de la paz inmediata
que traen las manos
que nunca llegan.
Primer labio es un sendero limpio y jubiloso de encadenados versos de temática personalísima, un acercamiento reflexivo al ancestral suceso de amar a la forma homónima adyacente. Se yergue como una condensación de perdurables instantes definidores, aquellos que, en su íntima nomenclatura, nos conducen a la desbordada frontera de lo más noble de los seres humanos: el incognoscible río del amor.
María José Mures está en constante vértigo afectivo, en asumida tentación de palpar y ser palpada, dos que se convierten en recíproco habitáculo vehemente, habitados con desasosiego y querencia de esenciales virtudes, vertiendo en el trance toda la energía de los luminosos astros internos, para alcanzar, con ferocidad y ternura, la perfumada colmena…y allí guarecerse.
En estas alturas, es un poema síntesis, de esos que ondulan, recogiendo con arrobo lo categorial expuesto. Es un poema emblemático, imperativo de la sincera y trenzada capacidad expresiva de la autora:
Estás cansado,
sabes a mar
llamas por la piel
y te abro
hoceas entre mis senos
y te abrazo como crápula.
Desplacémonos líneas adentro en este libro, la experiencia será placentera, acontecen latencias de erótica obstinación, insólitas texturas para el regodeo de los sentidos, pero también silencios, callados instantes para el pensamiento. Poesía desde, para y con el amor, en navegación libre, mar adentro, cada vez más adentro, ansiando y alcanzando las vicisitudes del violento oleaje, pero también, la fortificante calma que sucede al aluvión del radical ajetreo.
Diciembre de 2019