
Ricardo Venegas
Ricardo Venegas (nació en San Luis Potosí, SLP, 1973), y siempre ha vivido en Cuernavaca, Morelos. Estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y es Maestro en Literatura Mexicana por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, BUAP. Miembro del Consejo de Asesores Nacional de la Academia Mexicana para la Educación e Investigación en Ciencias, Artes y Humanidades (2015). Textos suyos han aparecido en las revistas Siempre!, Tierra Adentro, Ulrika, Casa Silva y Arquitrave (Colombia), Buenos Aires Poetry (Argentina), Agulha (Brasil), Siete culebras (Perú), revista de la New York University, y Contratiempo (Estados Unidos), Levure littéraire (Francia), Fili d´Aquilone y Sagarana (Italia) La Pájara pinta y Cal (España), Electron Libre (Marruecos), Blanco Móvil, Periódico de poesía, Los Universitarios (UNAM), Alforja, La Otra, Casa del tiempo (UAM), en los periódicos Crónica, El Financiero, Excélsior (en los suplementos El Búho y Arena) y en La Jornada Semanal (suplemento del diario nacional La Jornada). Su trabajo ha sido incluido en diversas antologías, entre las que destacan: Doscientos años de poesía mexicana, compilación de Jair Cortés y Berenice Huerta (2010), en la antología internacional Poetas Siglo XXI, realizada por Fernando Sabido Sánchez (2012), en la Muestra Internacional 2012 de la Poesía en Español de la Asociación Prometeo de Poesía (2012), en la Antología general de la poesía mexicana: De la segunda mitad del siglo XX al tercer milenio, selección y prólogo de Juan Domingo Argüelles (2014), entre otras. Es autor de los libros de poesía El silencio está solo (Eternos Malabares, 1995); Destierros de la voz (Eternos Malabares, 1995); Signos celestes (Conaculta, 1995); Caravana del espejo (Instituto de Cultura de Morelos, 2000); Turba de sonidos (Ediciones la Rana, 2009) y La sed del polvo (Conaculta/Inba, 2013), antología prologada por Evodio Escalante; también es autor de Escribir para seguir viviendo (Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2000) y Sendas de Garibay: memoria, espíritu y astucia (Conaculta, 2015), de entrevistas con Ricardo Garibay y ensayos sobre la obra del novelista, prologados por Juan Domingo Argüelles y Javier Sicilia. Es compilador de los libros Con-versatorias I, Con-versatorias II y Con-versatorias III entrevistas a poetas mexicanos de los 50 (Conaculta/Inba, 2013, 2015), prologados por Hugo Gutiérrez Vega y Evodio Escalante, respectivamente; elaboró la antología de poetas morelenses Estaciones bajo el volcán (Conaculta/Inba, 2013), prologada por Sergio Mondragón y el volumen Creación bajo el volcán I y II, entrevistas a escritores y artistas plásticos en Morelos (2015, 2019), prologados por René Avilés Fabila y Luis Tovar, respectivamente. Ha sido becario del Centro Mexicano de Escritores, bajo la tutoría de Carlos Montemayor y Alí Chumacero (2003-2004) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, en la categoría Jóvenes Creadores (2005-2006). En 2014 obtuvo la beca de Creadores con Trayectoria del Programa de Estímulos a la Creación Artística en el área de Literatura (Pecda), otorgada por la Secretaría de Cultura del Estado de Morelos. Poemas suyos han sido traducidos al inglés, francés, italiano y portugués. En 2008 le fue concedido el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta del estado de Guanajuato. Fue director de la revista literaria Mala Vida, Mester de Junglaría (Beca Nacional “Edmundo Valadés” para la Edición de Revistas Independientes 1996-1997, 1997-1998 y 2003-2004). Actualmente dirige la revista multidisciplinaria Bitácora pública y la editorial Ediciones Eternos Malabares (beneficiaria de la convocatoria Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales (2010 y 2014) y del estímulo del programa Proyectos de Inversión en la Producción de Obras Literarias Nacionales del Conaculta-INBA (2013) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2015, 2018).
Ricardo Venegas / Turba de sonidos*/

Turba de sonidos*
III
Volver,
alguien respira en la canícula del viaje,
sólo se escuchan remolinos de viento encadenado,
el vértigo de la palabra
y esta voz
con el velo del alba que se agita.
Vuelvo a nombrarte
desde la confusión de haber nacido
porque te reconozco
en cada cicatriz que me describe,
en cada rostro que amó tu rostro
y se extravió en el polvo.
IV
Ora mis pasos lanzan
espuelas de sentido,
¿cuántas veces me vi en otros ojos,
en la ceguera tibia de movimientos turbios,
en rincones de sueño en que se hunde la oración?,
¿cuántos vocablos hablaré para decir
“también soy nube que regresó a la carne”?
V
Yo te perdono Dios
desde la infancia,
desde el niño llorando
por su premonición de gota de agua,
en medio de los vientos
que dejaste para encender el fuego,
perdono al pasajero
que deja su oración
para otro nómada.
Miro los páramos
y soy la voz en el desierto:
ábrete cielo,
abre la brecha a tus caídos,
esa es la puerta que nunca se cerró.
*Poemas del libro Turba de sonidos, de reciente aparición en la editorial española Juglar: https://editorialjuglar.com/producto/turba-de-sonidos/
Bitácora para Cuauhnáhuac / Ricardo Venegas /

Bitácora para Cuauhnáhuac
Ricardo Venegas
Se oyen los cuacos de la otra tierra
cruzando el empedrado de las calles,
cruzando la Plazuela
como una procesión de trashumantes heridos de la noche.
Sigue hospedado Alfonso Reyes en una habitación del Bella Vista
y escribe Homero en Cuernavaca mientras deambula
en su premonición del griego antiguo,
lanza los versos del viajero y la Visión de Anáhuac,
baja por Humboldt un borracho que ha extraviado su escritura,
escala Lowry en el volcán y en sus andanzas,
en esta cruz nos embriagamos a la memoria de los ancestros,
brinda en El Farolito,
bebe una turba de lenguajes
y en un dibujo de Montenegro deambula la Llorona,
“todo será posible menos llamarse Carlos”,
descubre Pellicer en La Parroquia.
En el Casino de la Selva
los murmullos de bardos y bohemios,
la ópera perpetua,
murales de la raza cósmica,
giros de la ruleta en el pincel,
musas del bronce espiritual.
Es el Cantar de los Cantares en alcobas,
huellas tatuadas como flores,
Ricardo Garibay conversa con los muertos
en medio del oleaje de una voz
donde la Sulamita corta el tiempo,
donde Quevedo se apersona “culto y pelado como el mismo diablo”.
En su bitácora terrestre
Humboldt escucha la primavera eterna,
-eterna balacera, gritan las ánimas de los esteros,
pasan los trenes de la Estación –que ya es desierto de las almas-
con una carga de nostalgia por un reloj que ya no marca
las horas de las horas,
entran los pasajeros en diligencias que al abordar se desvanecen,
suben airados por el polvo de alguna sed que avanza.
Vapores
I
Marea de lluvias primogénitas,
agua del suelo instintivo de la tierra,
gotas aladas,
peces nacidos en la voz,
congregación de remolinos
donde se dijo en lenguas muertas
el cuerpo de este mundo.
II
Posa el cangrejo para el mar,
ya millas náuticas de sal se esfuman,
y a millas náuticas de sal se esfuman
los vapores del alba,
ninguna luz hubiera en esta arena
si aquella fuerza de la ola hubiera renunciado.
Laúd en L
Lanza la lira
los largos lares de la loa
letras latidos
lanzan leyendas a la luz
legiones de lenguajes son lámparas de un lago
labran los labios de la luna
lady lechuza en el laurel lee su libro.