No llegaste
Yessika María Rengifo Castillo
Las rosas se marchitaron
tus dulces manos
se perdieron en la ausencia.
Los chocolates se derritieron
en mis fríos bolsillos
del abandono que no lleno
el recuerdo de tu sonrisa.
No llegaste
los hijos
las cartas
y los versos de tus labios
son reminiscencias de mi vida.
Invierno
La decepción toca mi puerta.
Las fotografías queman mi alma.
Las violetas, marchitas y ausentes, himnos de mi vida.
Invierno,
eco de mi existencia
desde que te fuiste
estrella mía.
Llamándote
Recuerdo tu cara angelical
los últimos días de verano.
Eras la luna
que calmaba mi atormentado corazón.
Tus ojos celestes
borraban historias que congelaron mis manos.
Llamándote
viven mis labios que se niegan a perderte.
Existen días
Existen días que se roban
el juego de los niños en las calles
de la desolación.
Existen días
que la vida pierde sentido
con la ausencia de los sueños
que alegran el alma.
Existen días
que los rayos del sol
son caminos de paz
en medio del caos
del corazón.
Existen días
que somos compañeros
de viajes inciertos
recobrando sentido en
los ojos de la ilusión.
Y solamente
existen días…
El país que soñamos
Sin ríos de sangre
sin cantos de seres que se aniquilan
en días de odio.
Sin hambre
sin chiquillos buscando en las calles
amor que se esfuma en casa.
Sin escuelas vacías
sin cuadernos ajados en el tiempo
sin maestros perdidos
en el miedo y la angustia de contar.
El país que soñamos
manos de hombres y mujeres
que sueñan caminos
de primavera.
Encantos
Todo en ella era un encanto,
todo en ella era un sueño,
sus manos de seda, sus ojos verdes y su mirada triste.
Encantos
Era ella en días
que mi vida perdía sentido
entre melancolías y nostalgias del ayer
que se roban latidos
de mi corazón.
Y la escuela
Era los sueños de los niños
en el horizonte del mañana.
Los ecos de la historia
que se escribiría con amor.
Y la escuela
era el juego de polifonías
del invierno
la primavera y el verano
y el lejano otoño.
Esas violetas en la mañana
Hay días
que veo en mis ventanas
el canto del ruiseñor
que trajo mi abuelo
para alegrar mi corazón
en días sin sol.
Quizás en las tardes
las mariposas que juegan
con mis tristes ventanas
del alma.
Esas violetas en las mañanas
son mi abuelo
recordando que jamás se fueron
sus encantadores ojos marrones
y sus historias de la vida.