Lejos del rayo del sol
/ César Rito Salinas /
Buenos días a los seres
que son como un país
y ya al verlos
es viajar a otra parte.
Homero Aridjis, Buenos días a los seres
Para Angélica
La transcripción de la entrevista se perdió en
la noche del coronavirus.
Dr. Berna dijo:
Sólo hay tres cosas para atender a las mujeres:
“Amarlas, amarlas, amarlas”.
Sobre las piedras encontré la traducción de sus palabras:
“bien cogidas, bien comidas, bien vestidas”
-nunca nadie sabrá el orden,
el no saber el orden de las palabras
concreta la traición de la traducción, dijo Paz.
Entre los ebrios la botella corre de izquierda a derecha,
nadie sabe el por qué.
“Lo demás será cosa de la suerte,
que no está en tu mano”,
dijo Dr. Berna.
Pidió permiso, dio un trago largo de mezcal.
- ¿Se puede conservar esperanza? -pregunté.
En la mañana de la muerte por coronavirus nadie
podía adelantar algo, los ebrios
beben, no tienen más quehacer.
En la calle corren bicicletas, sobre grandes estornudos.
Aquellos hombres cargan en los bolsillos
un montón de preguntas -tintinean,
níquel y cuerpos,
como ociosas
monedas del vacío.
Dr. Berna adelantó en la boca desdentada
su convicta sonrisa.
“Soy viejo,
fui borracho toda la vida, conservo
esperanzas de que llegue el día
en que deje de serlo”.
La historia se pierde en la tarde de la pandemia.
Del viejo ebrio, sus palabras,
sólo quedará un aguacatal cuyas hojas
una mujer cada tarde
llega a recogerlas,
el lote baldío,
un montón de piedras que nadie mueve
desde los tiempos
de Montalban.
Dr. Berna dijo:
“ámala siempre”, cerró los ojos,
recostó la sucia cabeza,
lejos del rayo del sol.