Sobre la carretera
Dylan Novalis Ramírez
Las voces venían de muchos lados
Éramos jóvenes e inciertos
Compartíamos la misma lucidez que un cachorro
Cuidando un deshuesadero.
El mundo alzaba sus pilares marfilados
Entre cantos y humo quebrado,
Pensé entonces en la memoria y los corazones
Pensé que estaba vivo.
Recordé los ojos de la muerte brillando
Sobre el reflejo del machete
Conté las cicatrices y seguían ahí
Conté las estrellas, las que pude
También seguían ahí.
Alguien brindaba con acento extranjero
Yo, tan fácil de seducir
Decidí hablar
Hablé:
De las salamandras atrapadas en las paredes
De huracanes rompiendo en las playas
Como sonrisas en besos
Deformando el rostro del amor y los días
Que olvidé hace tiempo.
Entonces las voces embriagaban
Dejé atrás todo lugar que ansié
Dejé el ruido inundar las lagunas de mi mente
Me bañé en el llano con las botellas vacías
Ni cuenta me di
Pero tenía a Latinoamérica entre mis pies
Sobre la tierra ardiente
La teníamos, con los rostros sucios y el atardecer
Descansando en las pupilas
Teníamos todo entre las manos
Tanto
Que no lo vimos resbalarse
Por la mañana
Ya sentí hoy el filo de la obsidiana
Ya salé mis hombros y taladré mi pecho
Con guacamayas migrando al sur
Ya atasqué mi estómago con el café
Del encuentro de escritores universitarios
Ya, Huitzilopochtli
Ya tomó mis puños y bailó quebradita con la razón
Y nada más
Ya dormí bajo el árbol donde dejé plantada
La semilla/Dios que regará, con suerte
Alguna tierra con mis frutos
Ya solicité un derecho como ruego y
Me fallé al espejo que rompo a diario con violencia
Mil años de mal augurio
Con Jesucristo acostado en una batea
En el desierto de Coahuila mirando
El reflejo de la nada
Con las cosas cayéndose de mis bolsillos
A cada paso que doy
Como la pesadilla que no es sueño
Porque es real el grito en la madrugada
Con la risa al servicio de quien la quiera
Y la muerte afilándose las uñas en la noche porvenir
Ya, que me entierren
Entre los jazmines secos de una libreta
Envuelto en el calendario roto
De las horas aplastadas
Ya, que los muslos y el imperio perdido
Y todo lo que me quede entre la lengua
Se lo lleve el viento
Esperar
A pesar de esperar bajo la lluvia
En todas las calles derretidas
Donde
Los perros se saben tu nombre y la brisa no me toca
A pesar de eso y la mirada burlona de Saturno
Carcajeandose en su rotación sin tregua,
Acaricio mis costillas con cuchillos
Cuento las ballenas en los charcos
Y pienso en Colón esperando los viernes
Para llegar a un bar en Oporto y decir:
“El mundo es el canto de los marineros”
Y de esta manera también pensar en caballos galopando tus ojos
Ardiendo pequeñitos en el pasto.
Y en esta calle, si yo fumara, prendería un cigarro
Para ver si es verdad
Que el universo se reconstruye debajo de los escaparates
Mientras tanto, sonrío
Y el coro de estrellas
Comienza a cantar