Elementos filtrados por fecha: Abril 2020
FRANÇOIS DE CORNIÈRE : COMME L'ÉCRIVAIT CARVER / COMO LO ESCRIBÍA CARVER /
FRANÇOIS DE CORNIÈRE
COMME L'ÉCRIVAIT CARVER
Traducción de Marceau Vasseur
y Miguel Ángel Real
Tard en fin de journée
nous allions marcher sur la plage
jusqu'à la côte sauvage.
Après l'hiver enfin
apparaissait un soir
un premier château de sable.
J'aimais ce moment-là
comme retrouver tracés
en lettres de coquillages
des prénoms amoureux
des cœurs petits cailloux
des jardins bordés d'algues
aux clôtures de galets.
Ces monuments laissés sur place
par des enfants obligés de rentrer
comptent toujours pour moi.
Quand je les vois renaître
je pense que nous sommes ces deux-là
qui continuent de marcher
s'arrêtent pour regarder
et qui font attention
de ne pas piétiner
comme l'écrivait Carver:
"La vitesse foudroyante du passé."
COMO LO ESCRIBÍA CARVER
Tarde, al final del día,
íbamos a caminar por la playa
hasta la costa salvaje.
Tras el invierno, por fin,
una tarde aparecía
el primer castillo de arena.
Me gustaba aquel momento
como encontrar trazados
en letras de conchas
nombres de enamorados
corazones piedrecitas
jardines bordeados de algas
con cercas de guijarros.
Esos monumentos abandonados
por niños que debieron volver a casa
siguen contando para mí.
Cuando los veo renacer
pienso que somos esos dos
que siguen caminando
se paran a mirar
y llevan cuidado
en no pisar
como lo escribía Carver
“La velocidad fulminante del pasado”
LES DEUX HORIZONS
C'était la fin de l'hiver
le ciel était gris clair
laiteux presque blanc
et la mer
dans les mêmes demi-teintes
ressemblait à un lac.
Au loin du côté de l'île
— qu'on distinguait à peine —
une dizaine de voiles
étaient immobilisées
légères
comme suspendues dans le vide.
Deux traits de pinceau parallèles
leur avaient dessiné
un cadre tout en longueur
qui n'était ni le ciel ni la mer
mais la fusion des deux.
Nous étions restés un bon moment
à regarder ce monde fragile
vibrer se transformer
et enfin s'effacer.
Nous nous étions mis d'accord
sur le titre de l'estampe :
Les deux horizons
Puis nous étions partis
sur nos vélos rouillés
faire un tour au Japon.
LOS DOS HORIZONTES
- Fin de invierno -
El cielo era gris claro
lechoso, casi blanco
y el mar
en la misma luz tenue
parecía un lago.
A lo lejos junto a la isla
- que a penas se distinguía-
una decena de velas
estaban inmóviles
ligeras
como colgadas en el vacío.
Dos pinceladas paralelas
les habían dibujado
un marco alargado
que no era ni el cielo ni el mar
sino la fusión de ambos.
Nos habíamos quedado un buen momento
mirando este mundo frágil
vibrar transformarse
y al fin borrarse.
Nos habíamos puesto de acuerdo
sobre el título de la estampa :
Los dos horizontes
Y nos fuimos
sobre nuestras bicicletas oxidadas
a dar una vuelta a Japón.
DANS SON BOL DE THÉ
Elle me dit qu'elle aime
regarder le reflet du ciel
ou celui de l'arbre
ou celui du rideau
dans son bol de thé.
« C'est la lumière qui fait tout »
me dit-elle souvent
quand elle me montre entre ses mains
l'image qu'elle fait trembler
en rides concentriques.
C'est l'instant rond qu'elle saisit là
le tableau d'une profondeur
qui dépend d'un nuage pressé
du soleil à travers la vitre
d'une ombre un peu penchée.
Je ne sais pas à quoi elle pense
dans ces moments-là
mais je crois moi aussi
l'importance de ce qui passe
ou de ce qui s'arrête
dans un bol de thé.
EN SU TAZÓN DE TÉ
Ella me dice que le gusta
mirar el reflejo del cielo
o el del árbol
o el de la cortina
en su tazón de té.
“Todo lo hace la luz”
me dice a menudo
cuando me enseña entre sus manos
la imagen que hace temblar
en arrugas concéntricas.
Atrapa así un instante redondo
el cuadro de una profundidad
que depende de una nube apresurada
del sol tras la ventana
de una sombra algo inclinada.
No sé en qué piensa
en esos momentos
pero yo también creo
en la importancia de lo que pasa
o de lo que se detiene
en un tazón de té.
De « Nageur du petit matin », Ed. Le Castor Astral 2015
COUREURS DE DESTIN
L'homme attendait au volant.
Il avait coupé la radio
pris le journal dans son sac
essayé de lire un article.
Il avait replié le journal.
Il pleuvait fort maintenant.
L'homme entendait les gouttes
sur le toit de la voiture
— un bruit ancien qui lui rappelait
des moments de sa vie.
Sur le pare-brise les gouttes
suivaient des chemins en descente
comme des petits coureurs de destin
qui s'arrêtaient d'un coup
ou qui se précipitaient.
L'homme les regardait.
La lumière verte clignotante
de la pharmacie à côté
avait presque disparu.
La buée recouvrait toutes les vitres.
« Je n'ai pas été trop longue? »
Il avait tourné la tête
elle était trempée.
L'homme avait mis le contact
poussé la ventilation à fond.
Il lui avait répondu non.
CORREDORES DEL DESTINO
El hombre esperaba al volante.
Había apagado la radio
cogió el periódico de la bolsa
intentó leer un artículo.
Había doblado el periódico.
Llovía a cántaros ahora.
El hombre oía las gotas
sobre el coche
-un ruido antiguo que le recordaba
momentos de su vida.
En el parabrisas las gotas
seguían caminos al bajar
como pequeños corredores del destino
que se paraban de pronto
o se precipitaban.
El hombre los miraba.
La luz verde parpadeante
de la farmacia de al lado
casi había desaparecido.
El vaho cubría todas las ventanillas.
“¿No he tardado mucho?”
Volvió la cabeza;
ella estaba empapada.
El hombre puso el contacto
y la ventilación a tope.
Respondió que no.
IL A PLU PENDANT LE FILM
« Il a plu pendant le film»
a dit une femme devant moi
à la sortie du cinéma.
Je me souviens de ses paroles
du trottoir mouillé
où le ciel à l'envers
se voyait dans les flaques.
Dans la rue j'ai retrouvé
cette émotion enfouie
depuis tant d'années :
me retrouver dehors
après la séance de l'après-midi
il fait jour encore
une partie du ciel
est complètement noire de nuages
et l'autre bleue d'hiver.
L'impression d'être un figurant
un peu perdu
d'avoir été absent un long moment
— mais de quoi ?
Les pneus des voitures
font voler des gouttelettes.
« Il ne se passe rien dans ce film !»
a ronchonné l'homme.
J'ai regardé le couple s'en aller.
J'ai pensé à ma vie.
HA LLOVIDO DURANTE LA PELÍCULA
“Ha llovido durante la película”
ha dicho una mujer delante de mí
al salir del cine.
Recuerdo sus palabras
la acera mojada
donde el cielo al revés
se veía en los charcos.
En la calle volví a encontrar
esa emoción enterrada
desde hace tantos años:
hallarme fuera
tras la sesión de tarde
aún es de día
una parte del cielo
está cubierta de nubes negras
y la otra tiene un azul de invierno.
La impresión de ser un figurante
algo perdido
de haberme ausentado durante un largo momento
-¿pero de qué?
Los neumáticos de los coches
hacen volar las gotas.
“¡En esta película no pasa nada!
protestó el hombre.
Vi cómo se alejaba la pareja.
Pensé en mi vida.
De « Ça tient à quoi », Ed. Le Castor Astral, 2019
EL HEPTAFONÓLOGO de Roberto López Moreno
EL HEPTAFONÓLOGO
EL HEPTAFONÓLOGO
Su odio hacia la musica era tal, que en alarma plena tuvieron que llevarlo a consulta con el heptafonólogo; fue conducido directamente a la sección de urgencias. Su aspecto era más que tétrico. Lo hospitalizaron de emergencia. Después de varios dias de auscultación, el diagnóstico fue.. que agotados los recursos de la ciencia formal, la única opción posible para salvar al enfermo cra un tratamiento intensivo con base en principios mágicos, que en el ábrara de los siglos habían creado los antiguos hechiceros para curar las almas y que -nadie lo sabia- en sus lejanos y extraños idiomas, significaban la palabra. Música.
EL OXÍMORON DE VIVALDI
Se sabe que Antonio Vivaldi organizó en Venecia una orquesta integrada exclusivamente por mujeres. Se sabe también que muchos sospecharon que por medio de tal actitud se abrían posibilidades a las fáciles puertas del pecado. Las mujeres. La sensualidad de la música. La rítmica enervante del autor. El paísaje veneciano. Si era cierto lo diabólico femenino que argumentaba la moji- gatería de la época, lo mayormente certero fue que la ahora llamada "Teoría de Vivaldi", demostró feha- cientemente que por los infernales caminos del pecado se puede alcanzar la gloria.
Chupete / Dra. Rocío García Rey /
Chupete
Dra. Rocío García Rey
Los rayos del sol se entretejieron con una rencilla entre aquellos hombres, quienes con ahínco proferían amenazas. Uno de ellos se quitó la playera y gritó: “chupete”. La ira hizo mutis y la escena fue interrumpida por sonoras carcajadas. “Chupete”, como grito de guerra volvió a escucharse. Los demás siguieron bebiendo y el de la mona se quedó absorto. “Él me roba el trabajo”, dijo el sin playera. El mutis se rompió y volvió el jolgorio. “Déjalo en paz, ya está viejo”. “Brindemos porque es tu padre”, dijo uno.
La calle y el Panteón cercano eran los únicos testigos de aquel rito de los desposeídos. En menos de un minuto, el sin playera le propinó un golpe al viejo. Todos quedaron en silencio, pero siguieron bebiendo.
Del labio del padre corría la sangre. El hijo arrebató la botellita del alcohol y dio un gran sorbo. El viejo seguía tirado. “Es tu padre”, volvieron a decir. Como si los sonidos que escuchara fueran los de la infancia. Arrastró el cuerpo a la entrada del polvoriento y abandonado panteón. “Chupete”, dijo nuevamente ahora en voz baja. Unas lágrimas alcoholizadas y perdidas corrieron del hijo, al tiempo que bajaba la cremallera del pantalón roto del padre. Los recuerdos juegan con el tiempo. Por ello se hace presente la imagen del hijo a los seis años. Al cuarto desvencijado llega el padre y al grito de chupete el niño cierra los ojos y sin fuerza emite un no que el padre parece no escuchar. Sin parsimonia la boca del padre se posa en el sexo del niño.
“Acuérdate, cabrón.” Grita el hijo, como implorando una seña de dolorosa memoria. El padre, en cambio, pareció reír y declaró: “ya olvida eso. Nomás era pa´ jugar un poco”. El hijo, entonces cerró los ojos al tiempo que apretó los puños y le dio una patada en los genitales.
Las lágrimas del padre y el hijo fueron completamente ajenas al grupo de los que en ese momento descansaban en el único manantial del presente: el del alcohol barato que los hacía ser ajenos al derrumbe
Era de lúbricos hombres / José M. Viniegra /
Era de lúbricos hombres
En esta era de lúbricos hombres
y una casta te.rri.ble.men.tei.no.cen.te
robarían más atención mis letras
si en vez de hablarles repitiera lo que dice el diablo
*
Tomaré un camino
diametralmente opuesto al tuyo
La vida dará vueltas
vueltas
vueltas
vueltas
Voltearemos
Si todo sale bien un día
nos veremos de nuevo
Tras este mundo redondo
redondo
redondo
redondo
redundaremos
*
La hoja del árbol que despistada cae al lago
no sabe de su existencia por su reflejo en el agua
sino por la orilla que de su caída replicante habla
*
Tanta solemnidad en vida
es que no entendemos que todo es efímero
un juego
y la muerte llega así como sonriendo
Principio del formulario
Qué tan diferente seré yo de los hombres
si no entienden lo que entiendo
mas entiendo perfecto por qué no entienden
Es que no nací acaso de la tierra como todos?
Tardé en despertar de nuevo al mundo?
Por causa de un sopor…
Soy un extraño fulgor tardío?
Cuentos del zar y de locos y asesinos / Virginia Santa /
Cuentos del zar y de locos y asesinos
Virginia Santa María
EL FESTIVAL MUNDIAL DE LA PALABRA PONE A CANTAR A 2000 VOCES DURANTE LA PANDEMIA
EL FESTIVAL MUNDIAL DE LA PALABRA PONE A CANTAR A
2000 VOCES DURANTE LA PANDEMIA
2000 poetas de casi 160 países se dieron cita en las redes sociales
para generar también una #PandemiaPoética por el #TriunfodelaHumanidad
Durante más de 96 horas ininterrumpidas de transmisión
refrendan el valor de la fraternidad
México 14 de abril de 2020.-
El Festival Mundial De La Palabra (WFP-World Festival of Poetry) generó una Iniciaktiva Poética Mundial más, convocada originalmente del 9 al 12 de abril; sin embargo, contagiada del espíritu pandémico, la mecha sigue ardiendo de más. La actividad proponía llenar las redes sociales de poesía durante 96 horas, contando con la presencia virtual de alrededor de 2000 poetas internacionales que simpatizan con el organismo. El World Festival of Poetry (WFP) guarda relación con más de 200 festivales alrededor del mundo, con el objetivo de fomentar los valores de unidad, hermandad y fraternidad y se erigió ahora con el posicionamiento del hashtag por el #TriunfodelaHumanidad (HOLDING THE TRIUMPH OF THE HUMAN KIND), con el objetivo de generar una
#PandemiaPoética virtual que promueva la paz y la esperanza en tiempos de crisis.
El World Festival of Poetry es una agrupación sin ánimo de lucro y autogestiva, que tiene por misión inundar al planeta con el poder de la palabra, consagrando santuarios poéticos alrededor del mundo. Estos santuarios (ecológicos, antropológicos y socioculturales) pretenden convertirse en un agente transformador de toda expresión de la naturaleza--humana en poesía. Con tales derroteros, el WFP fundamenta la profunda creencia de que la cultura y la poesía son poderosas herramientas para fortalecer los principios de fraternidad y solidaridad entre los pueblos, así como para restaurar el tejido social en sus necesidades más cotidianas.
Este “Festival” permanente trabaja por medio de la fraternidad, creando mecanismos internacionales para la paz, promoviendo acuerdos para la constante mejoría del ser humano, generando momentos significativos que se convierten en iniciativas de solidaridad, cada vez más necesarias.
Su Comité Organizador Internacional (COI-WFP) está integrado por: Aminur Rahman, Director Continental Asia; Claudia Piccino, Directora Continental Europa; Anne Ntube, Directora Continental África; Hilal Karahan, Directora Intercontinental quen desde Turquía une Asia y Europa; Luz Ma. López, Directora Continental América; Malena Martinic Magán, Coordinadora Sudamérica; Fatma Nazzal, Directora Medio Oriente y países Árabes; Malak Sahioni Soufi, Asuntos Internacionales; Mahnaz Badihian, Coordinadora del Consejo Consultivo; Reshma Ramesh, Coordinadora del Frente Poético Mundial en Defensa de los Derechos de la Mujer y Paloma Cuevas R. / Paloma Querida, Coordinadora de Relaciones Públicas y Medios Internacionales para IniciaKtivas Poéticas Mundiales. (La palabra “iniciaKtiva” lleva una K mayúsculas que indica los Miles de poetas de la organización y une las palabras ACTIVISMO e INICIATIVA, dos elementos esenciales en el WFP).
En esta ocasión, y dadas las actuales circunstancias, la actividad “en tiempo real y a puertas cerradas” tuvo un éxito inusitado y seguramente será continuada con varios focos de transmisión en cada nación. México resalta como uno de los países que ha tenido mayor presencia, contando con poetas de casi todos los estados. Se muestra así que la esperanza humana, a la postre, se convierte en herramienta inexpugnable para derrotar todo tipo de fuerzas oscuras que devastan países, pero nunca al espíritu de los poetas.
Entre los muchos colectivos que se sumaron a esta iniciaKtiva se encuentran la Sociedad Novomexicana de Estudios Sociales, Filosóficos y Humanísticos (ANEFH, A.C.), La Comuna Girondo, Red Estatal de Tertulias Literarias Guanajuato, Taller Alternativo 6 a las 9, Literatelia, Prolectores, Humo Sólido, la Tertulia para la Paz, y en cuanto a poetas, entre muchísimos más se contó con Fatma Nazzal, Malena Martinic Magán, José Luis Calderón Vela, Selma Carmona, Jorge Contreras, Sandra Tourlay, Daniela Dávila, Marky M. Álvarez, Dionicio Munguía, Yuri Zambrano, Iliana Rivera, Leticia Guzmán, Kristhy Colmend, Luisa Albarrán, Erika Flores, Diana Hernández, Emmanuel Bernal, Myriam Costilla, Cinthya González, Martha Lujano, Armando Noguez Lomas, Blanca Álvarez Caballero, María Michelle Gómez Álvarez, Angélica Valero, Emiret Romero, Pedro Félix Macedo Aguilar, Francisco Márquez, Mary Benítez, Susana Argueta, Ma. Ana González, Angélica Ramírez, Elena Reyes López, Liz Salazar, Rodrigo Cappuccino, Delia Albarrán, Manglik etc, Paulina García, Areli Ramírez, Daniel Olivares Viniegra, Martha Fonseca, Consuelo Ortega, Francisco Navarro, Hugo Rosell, Héctor Sumano Magadán, Galo Rocha Cuevas, María Teresa Sánchez, Ulianov Marín, Paloma Cuevas R., Hugo Ortega Vázquez, María Ferreiro, Pablo Aldaco, Isolda Dosamantes, Lupita Archundia, Claudia Islas, Manuel Alejandro Ceballos y Lara Roth…
Dado que esta primera etapa de transmisiones ininterrumpidas ha sido un éxito se invita a todo el público potencial a estar pendiente de las próximas acciones que se lanzarán en los próximos días.
Por el triunfo de la humanidad: LA POESIA. Saldremos adelante.
Atraccion para turistas / Daniel Verón /
Atraccion para turistas
Daniel Verón
Las extensiones del campo y las casas lejanas desfilaban sin cesar por la ventanilla del tren. Allí había calles de tierra, alambrados...; el ganado que parecía estar pastando durante toda la eternidad y allí había también algunos pueblos como oasis en el desierto. Las nubes competían con perdidas bandadas de aves que escapaban hacia el horizonte, persiguiendo al Sol. Y cuando el tren atravesaba un pueblo, uno podía ver a los campesinos, tomando el mate en silencio a la puerta de sus casas; se podía ver a las jóvenes que iban al encuentro de sus novios en alguna soñadora esquina; y se podía ver algún auto levantando nubecillas de polvo por los caminos que torcían entre los cultivos.
Pero pronto oscureció y Eduardo y Guillermo dejaron atrás todo eso. Ahora sólo había pálidas luces, muy distantes en la noche, velando la tierra dormida. El cielo era como el techo de un enorme teatro, fuera del cual sólo estaba el abismo.
Sin embargo, más tarde surgieron poco a poco otras luces, muchas luces, multicolores, intermitentes, y los galpones oscuros y (más allá) los edificios se perfilaron a sus ojos, entre la escarcha que cubría el vidrio de las ventanillas. Estaban llegando y ahora la gente se levantaba de sus asientos, a lo largo del vagón y en todos los vagones, y tomaba las valijas ordenando por última vez todas sus cosas.
El tren se detuvo. Podría haber sido Roma, París o cualquier ciudad, aún de otro planeta, pues sólo entreveían un movimiento confuso, el latido de una ciudad que no conocían.
Salieron a la estación y el frío los aguijoneó despiadadamente. ¡Adentro estaba tan caliente! Pero este frío, casi polar, resultaba intolerable.
En cuanto pudieron tomaron un taxi y así se lanzaron a recorrer sendas nocturnas, calles luminosas pero gélidas, donde la gente iba y venía. No podían ir a otro lado que no fueran sus casas, seguramente. A ellos también los esperaba una casa, aunque vacía.
Una visión fugaz del mar, la costa, las boîtes y, al fin, llegaron. Ahí debía ser. No conocían el edificio pero sí la dirección. El pasillo de entrada, quizá a una temperatura bajo cero, estaba suavemente iluminado por tubos fluorescentes ocultos entre unas plantas de plástico, lo que llenaba el lugar de tonalidades verdes. Una vieja alfombra invitaba hasta los ascensores.
- Sí, esto es Mar del Plata, no cabe duda –comentó Eduardo.
- Sí –dijo su compañero distraídamente– ¿Por qué lo dices?
- No sé, nunca traté de imaginarme cómo sería Mar del Plata, pero debe ser así. Este pasillo habla verdaderamente de los turistas que han pasado por aquí, de los que han vivido en el edificio.
Apretaron el botón y la luz roja comenzó a bajar de numeración hasta detenerse en la planta baja. Abrieron la sombría puerta del ascensor y subieron. Dos pisos más arriba salieron a un nuevo pasillo. Buscaron el departamento. Una bombilla desnuda hería la vista desde la pared de la escalera, pero frente a ella estaba la puerta con letra “C”. Volvieron a revisar las llaves y entraron, encendiendo la luz.
Había muebles desconocidos, luces desconocidas, un piso desconocido, todo era nuevo. El departamento era más o menos la mitad en tamaño del de Eduardo en Buenos Aires, pero eso no importaba; lo que sí importaba era que, a pesar de su modernidad, era un poco húmedo y hacía casi tanto frío como afuera, no obstante ser interno. El aire helado lastimaba la nariz y los pulmones al respirar.
Del techo del dormitorio pendía una curiosa lámpara en forma de canasta que proporcionaba una iluminación al cuarto más bien íntima. Las mantas de colores oscuros, parecían delatar antiguas presencias.
- Voy a encender una estufa, todas las que hagan falta para calentar esto.
- Como quieras. Yo voy a preparar algo.
Cenaron unas hamburguesas humeantes cambiando algunas impresiones sobre el viaje y su llegada. Era una linda aventura.
Al fin, poco después, hacia la medianoche, se dirigieron a sus respectivas camas. La de Eduardo, el dueño de la casa – aunque se empeñara en compartirla, – era la del dormitorio, y estaba cerca de la ventana que daba a un patio y al contrafrente de los otros departamentos, todos vacíos, del mismo piso. Guillermo, en cambio, dormiría en el living, junto a la puerta de entrada, lo cual, por otra parte, prefería.
Temblequeando un poco aún, se fueron durmiendo imperceptiblemente mientras la suave voz de la radio de Eduardo dejaba oír alguna melodía de ensueño.
La mañana estaba llena de proyectos y vitalidad. Antes del mediodía salieron a conocer la calle y el centro y, especialmente, la rambla. Esta verdaderamente hacía honor a la canción, porque caminando por allí, sobre la arena, junto a las olas del mar, la ciudad tiritaba. Estaba también el edificio de los deportes, cerca de la playa, y adonde a todas horas se jugaba. Pero a Eduardo, una de las cosas que más le gustaban era cenar allí, en el Bowling Club porque, además, se parecía a los viejos restaurantes de Buenos Aires; claro que este era muy moderno y familiar y, al fondo, tenía las hermosas canchas de bowling electrónico, en las que todos ansiaban competir. Ahora bien; como ellos sólo podían estar unos días, en esta ocasión, era preciso saber aprovecharlo todo, por lo que decidieron separarse. Guillermo conocía algunas personas y optó por ir a visitarlas, en tanto Eduardo continuaría explorando lo que hubiera de interesante.
Así conoció a Elizabeth, al regresar al departamento una noche y varias noches, en que siempre se encontraban casualmente al entrar y al salir. Fue una de esas simpatías que tan fácilmente surgen entre los jóvenes, sin que hagan nada por ocultarla, y pronto comenzaron a verse más seguido y conversaban de muchas cosas, hasta que un día Eduardo la invito y desde entonces siempre salieron juntos para ir a sus lugares preferidos.
Desde luego que a los quince años cualquier enamoramiento parece la cosa más hermosa del mundo y a él le pareció que Elizabeth, en verdad, estaba hecha a su medida; tenía un encanto muy especial al hablar y dejaba traslucir entonces una gran ternura. Al igual que él vivía en Buenos Aires pero estaba pasando unos meses de vacaciones.
Un día en que Eduardo regresaba de comprar algunas cosas, encontró a la muchacha con su madre.
- Eduardo, ¿no es cierto? –dijo con una sonrisa.
El se mostró sorprendido pero no tuvo tiempo de decir nada porque ella continuó:
- Elizabeth me ha hablado mucho de ti. Creo que te hubiera reconocido en cualquier parte.
- Bueno, es que no tengo nada de anormal como para llamar la atención– replicó de buen humor.
La mujer tenía unos cuarenta años y era sumamente elegante y atractiva; no era de extrañar que fuese la madre de Elizabeth. Tenía la misma alegría en el rostro y también la misma inteligencia en su mirada.
Todo sucedió muy rápidamente pero del modo que Eduardo consideró lo más correcto. Al día siguiente lo invitaron a recorrer la ciudad en el auto del padre de ella. Pasaron una tarde espléndida. El y Elizabeth iban cambiando de impresiones en el asiento trasero, en tanto los padres de ella iban adelante, escuchando muy satisfechos e interviniendo de vez en cuando en la conversación. ¡Qué linda familia que había conocido! El señor Acosta – tal su nombre – era uno de esos hombres simultáneamente juveniles, instruidos y comprensivos que Eduardo consideraba como esencial en un padre. Salía mucho pero no era vanidoso, hablaba sin llegar a cansar nunca.
En realidad, los Acosta eran gente muy semejante a él mismo, en particular, debido a las posibilidades que les daba una ventajosa situación económica. Su residencia permanente en Buenos Aires estaba en plena avenida Santa Fe – no muy lejos de su propia casa – y también poseían una casa de verano en Olivos, de la que parecían tener muy agradables recuerdos. Eduardo se dijo que sería hermoso poder visitarlos, tanto en un sitio como en otro, a su regreso. No es que le diera verdaderamente valor al dinero pero sí apreciaba el confort que sólo él brindaba y al que, por suerte, estaba acostumbrado.
Además... bueno, algunas veces había salido con chicas que no conocían ningún lujo y no eran como él, porque estaban acostumbradas a otra vida, y estas habían sido, para Eduardo, experiencias tristes en las que la imaginación no podía realizarse. Pero ahora, al fin, conocía a otros iguales a él. Y dado que sus relaciones con Elizabeth fueron cada vez mejores, la señora Acosta lo invitó un día a cenar con ellos en su casa, a la noche siguiente.
Eduardo estaba muy feliz; sentía como si finalmente hubiese hallado su destino. Guillermo volvió esa misma noche al departamento a quedarse otra vez; era una buena ocasión para comentarle lo ocurrido, pues él también lo había pasado muy bien. Mientras terminaban de cenar en el living, su compañero le relató lo sucedido desde su alejamiento unos días atrás.
- ¿Y cuántos años tiene? –le preguntó interesado.
- Hum, es un poco menor que yo pero la verdad es que no se le nota.
- ¿Enserio te invitaron a la casa? –dijo Guillermo entre incrédulo y admirado a la vez.
- Por supuesto, no te iba a mentir en eso.
- ¡Qué suerte que tuviste!
- Es una lástima que tengamos que regresar tan pronto pues ellos lo harán más tarde. Pero de todas formas creo que nos podremos encontrar en Buenos Aires.
- Sí, mañana tengo que ir a sacar los pasajes. ¿En qué volvemos? ¿En tren o en micro?
- ¿Qué te parece hacerlo en micro? Nunca viajé en uno para un viaje así.
Eduardo terminó de vestirse pero estaba un poco nervioso. Había dormido mal esa noche pensando en el compromiso que se le presentaba. El hecho de que todo fuera tan formal no importaba porque tenía algo de encantador el practicar con mentalidad moderna algunas de las viejas costumbres. Y era que nadie lo había dicho, pero esta noche se consolidaría cuanto hubiese entre él y Elizabeth. Se querían, desde luego que se querían, y a los padres les había gustado, no había ningún inconveniente para confirmar un buen noviazgo. Pero Eduardo tenía sus habituales temores: decir algo inconveniente, no actuar como se esperaba de él, resultar cansador para los demás... Pero en el fondo estaba feliz de tener que pasar por todo eso.
Se vistió con algunas de sus ropas más elegantes y que no fuesen muy llamativas –no le gustaba lo exagerado – mientras se hablaba a sí mismo entre dientes dándose ánimo. Cuando ya estaba oscureciendo decidió, a último momento, comprar bombones para llevar de regalo, estimando que sería lo más correcto. Caminó dos cuadras, hasta la esquina de la estación terminal de ómnibus, para realizar su compra. Se sentía mejor que nunca aunque un poco impaciente. Ya iba a regresar cuando lo encontró por casualidad a su amigo que realizaba lo propio.
- Ya está, ya saqué los pasajes –le dijo.
- ¿Adónde ibas ahora?
- Al departamento. Voy a guardar todas mis cosas. ¿Ya están listas tus valijas?
- Sí, esta tarde las cerré. ¿A qué hora salimos?
- Esta madrugada, a las dos –y le dio su pasaje– ¿Te espero en el andén?
- Sí, en cuanto salga iré para allá.
Llegaron a la entrada del edificio.
- Okey, te dejo –dijo Guillermo– tengo que hacer algunas cosas. ¡Qué tengas suerte!
- ¡Gracias! Hasta luego.
Eduardo oprimió el botón del ascensor pensando en la hora de partida. Estaba muy bien, porque suponía que la reunión habría de prolongarse un poco más allá de la medianoche. “Siete horas de viaje”, se dijo. “Llegaré a Buenos Aires a las nueve y entonces iré a casa a dormir otro rato. Será bueno despertar allá con tantos recuerdos ya avanzado el día”. Y a la noche seguramente iría con Guillermo al Bar Americano a festejar lo bien que les había ido en el viaje.
Una vez dentro del elevador se sorprendió a sí mismo apretando el número 4 en lugar del 2 de su piso. En los pasillos llenos de frío se escuchaba un tenue pero incesante zumbido de algunas maquinarias.
Lo recibieron en el departamento “B”, que daba a la calle y era mayor que el otro – el “C” – idéntico al suyo propio, y que también pertenecía a ellos. La casa estaba llena de cordialidad y simpatía, como sus residentes; la cocina y cada una de las habitaciones dejaban oír muchas voces que se atenuaron al llegar él. Elizabeth lo presentó a toda su familia y le hizo conocer su habitación, donde había muebles muy modernos y confortables, una pequeña biblioteca y una bien seleccionada pila de discos junto a un lujoso combinado. Por cierto que estos detalles le hicieron recordar su propia casa de Buenos Aires, pero no dijo nada.
La madre – al igual que su hija – quedó encantada con los bombones, tanto por la gentileza del regalo como por lo mucho que le gustaban.
Poco después, ya de regreso en el living, apareció el señor Acosta muy sonriente y amable y Eduardo se encontró sumamente tranquilo conversando con él, en tanto una tía y una hermana de Elizabeth preparaban la mesa.
De pronto todos parecieron muy interesados en conocer las actividades del muchacho y así se lo preguntaron. Era lo que más le preocupaba. No tenía ninguna ocupación, no al menos una que fuese común, pero precisamente en ello podía tener ventaja sobre otros, por cuanto la singularidad de sus temas preferidos podía dar tema de conversación para rato.
- Tal vez le llame la atención, señor Acosta, pero mi interés son los objetos voladores no identificados –todos los miraban en silencio– y también suelo escribir ciencia-ficción –concluyó rogando porque no les pareciera muy extraño.
Y entonces todos estallaron en una exclamación de genuino asombro.
- ¡Pero cómo! ¡Tenemos a un científico entre nosotros! ¡Y a un escritor! –exclamó el padre.
Eduardo sonrió como queriendo significar que no tenía importancia aunque por dentro estaba orgulloso de su éxito. Pero después toda la familia quería preguntarle un sinnúmero de cosas sobre los extraterrestres y los libros y las diversas teorías, e incluso la misma Elizabeth demostró sentir un gran interés por lo que él pudiera saber, así que se puso a contestar una y otra vez, intentando mencionar aquello que más les pudiera interesar, y les relató algunas de sus experiencias con los testigos de algunas apariciones misteriosas, y les habló de literatura y del papel que la ciencia-ficción cumplía dentro de ella, hasta que llegó la hora de comer. Entonces se atenuó un poco el bombardeo de preguntas, en tanto cambiaban entre ellos, las impresiones sobre lo escuchado. Eduardo, sentado junto a Elizabeth y frente a sus padres, estaba radiante de alegría y ya consideraba a cuantos lo rodeaban como verdaderos amigos. Sería maravilloso seguir viéndolos a su respectivo regreso.
Más tarde, a los postres, el señor Acosta volvió a comentar y a indagarle sobre los mismos temas, demostrando que estaba muy satisfecho del novio de su hija, de modo que la conversación se alargó más y más, hasta que acabó confesando que él y, en parte, también su familia, se interesaban por cuestiones muy similares que no era posible comentar libremente. Según parecía, desde muy joven, había leído y practicado la magia, el ocultismo, la alquimia, etc. Eduardo escuchó todo esto como en un sueño, pues ya había tomado bastante vino y tenía miedo de ponerse a decir tonterías, pero el señor Acosta habló y habló sobre los extraños conocimientos que obtuviera de sus exploraciones por libros prohibidos, y pronunció nombres de macabra sonoridad y fórmulas para atraer a ciertos seres malignos que habían poblado la Tierra milenios atrás. Y añadió, inclinándose hacia él en tono confidencial con una sonrisa:
- Sabemos que te vas a ir esta noche. Me agradaría poder mostrarte algunas de las cosas que tengo, te agradarán.
Eduardo balbuceó algo por compromiso pero, instantes después, el hombre se marchó al otro departamento. El y Elizabeth quedaron solos, ya que los demás también se habían ido, pero no importaba adónde; la muchacha lo tomó familiarmente de un brazo sonriéndole, como si esperase su opinión sobre la velada.
- ¿Hace falta que te lo diga? –replicó Eduardo intentando aclarar su mente–. Lo he pasado mejor aún de lo que suponía.
- Me alegro.
- Sólo que no quisiera molestar a tu padre, ni a los demás, ya que es un poco tarde.
- Al contrario, para él será un gusto hacerte conocer sus cosas; por mí no te preocupes, pues me duermo siempre alrededor de las dos. Muchas veces me quedo leyendo largo rato. A mí también me interesan los mismos libros que a mi padre.
- ¿Sí? Pero en tu habitación no casi ninguno. ¿Dónde están?
- Los tenemos guardados.
- ¡Qué raro! ¡Nunca me imaginé que ustedes se interesaran también por estas cosas extrañas! ¡Parece increíble!
- ¿Conoces realmente algo sobre magia?
- No, creo que no mucho. ¿Qué es exactamente? –inquirió tomando otro trago de vino.
- Ven, te lo mostraré.
Inútilmente Eduardo trató de despejarse; todo aquello le parecía irreal, extravagante, no era posible que le estuviera ocurriendo de veras. ¡Oh, no, no era eso! Quería recordar pero no podía. ¿Realmente en una hora tenía que ir a la estación terminal a tomar el micro o era al día siguiente? Le dolía la cabeza. Ese vino estaba ejerciendo un poderoso efecto sobre él. ¿Por qué le resultaba ahora tan fuerte?
Se dejó conducir por Elizabeth como si fuera un niño a través del pasillo, hasta el otro departamento. ¿Qué habría allí? ¿Dónde estaban los demás? Cuando entraron todo estaba oscuro. La puerta se cerró bruscamente tras ellos.
- ¿Qué pasó? –dijo Eduardo estirando los brazos para encontrar a Elizabeth que debía estar al lado suyo.
Permaneció en silencio aguzando el oído por si se escuchaba algo, y entonces su cuerpo se cubrió de un sudor frío y tuvo temor de lo que pasaba. En esa profunda oscuridad nada se distinguía pero... ¡se oía!, ¡se sentía... la presencia de alguien, una persona o varias en la oscuridad!
- ¿Quién hay ahí? –dijo temblándole la voz.
Entonces, un par de vetustos candelabros que colgaban de las paredes, se encendieron con una luz mortecina que cayó brutalmente sobre una escena de pesadilla. A todo lo largo de la habitación había una serie de grotescas figuras encapuchadas que vestían hábitos negros y lo observaban con ojos brillantes desde el fondo de sus máscaras.
- Bienvenido, Eduardo –dijo una voz gutural pero que poseía un timbre vagamente familiar– Llegas justo para nuestra reunión semanal.
El muchacho quiso hablar algo pero no pudo, el terror lo tenía paralizado. Al fin, haciendo un esfuerzo sobrehumano, logró darse vuelta buscando la puerta. ¿Adónde estaba? Detrás suyo había un abismo sin fin.
- Es inútil –atajó la misma voz en tanto efectuaba unos extraños pases ante un misterios altar.
Eduardo se volvió con desesperación tratando de encontrar a Elizabeth, y fue entonces que, del grupo de encapuchados, se acercó a él una figura más pequeña con algunos bultos entre las manos.
- Aquí tienes tu ropa, querido –le indicó con una familiaridad que resultaba aberrante.
Eduardo quiso retroceder al ver frente a sí el horrible hábito.
- ¡No! ¡No! ¡No me vestiré así! –gritó dándole vueltas la cabeza.
- ¿Por qué pones esa cara? ¡Oh, papá se enojará contigo, él que estaba orgulloso de tu inteligencia! No debes afligirte por nada. ¿Es que acaso no te gustaba nuestra familia? Tu vida va a cambiar, ahora serás una más de nosotros.
- ¡Nooo....! ¡Nooo...!
LA PRIMER GUERRA PSYCHOTRÓNICA / M. Lecumberri /
LA PRIMER GUERRA PSYCHOTRÓNICA
- M. Lecumberri
No, escucha, lo que ocurrió fue esto: te mintieron, te vendieron ideas sobre el bien y el mal, te hicieron desconfiar de tu cuerpo y te avergonzaron de tu profesión del caos, se inventaron palabras de asco por tu amor molecular, te mesmerizaron con su indiferencia, te aburrieron con la civilización y con todas sus roñosas emociones…
-Hakim Bey
¿Cómo es que China ganó una guerra a occidente sin haber siquiera disparado un sólo balazo?
----- entre las montañas de mierda y el hechizo humeante de la decepción
Se renovó el Caos,
Renació de su nada un Imperio para los Enajenados
De este régimen saldrán cosas innombrables: (i) el hombre ganado;(ii) la hombre granada; (iii) el multiculturalismo unidimensional; (iii) la antropología del desastre; (iv) la melancolía blanca; y
Más devastadora aún:
(v) la orden de los días
Con su jurídica sangre fría, con su guante de látex tirando de las cloacas a los beés
Rodando por las cloacas entre el infierno y Tiffany & Co.
Porqué ordas de publicistas endemoniados pensarán que es cool llenar un Huawei con diamantes de cristal
Y poner nombres de rinocerontes famosos a la Sagrada Familia y hacer llover leche materna en el Adriático
Invadirán las costas de Acapulco
Nuevamente María Félix será un ídolo zombi
Y Agustín Lara será reproducido en fantasmales cavernas de sexgore
Mientras niñitas tailandesas hacen actos de coporfilia en 120 días
Para diplomáticos amarillos
Rojos
Y cafés
Mientras Dios nace de la masturbación del Gran Capital
Envuelto en la placenta programática de WebBot
Crudificado en la psicoesfera de los embutidos
Cargando las tres cruces del delirio
La conspiración
Y el resentimiento
Y el Verbo se hizo
Carroña de Dios
En vez de Palabra de humano
Cada significante proferido alguna vez
Será procesado en nubes contaminantes
Y la lluvia ácida disolverá nuestro criterio
Y en las redes habrá arañas metálicas cosechando nuestras ideas
Y nuestros sueños
En un délfico pandemónium
Una permanente diarrea conceptual
Nos será suministrada a manera de neuroléptico
Los hombres danzarán en ombligueras sobre las ruinas de NYC
Los mismos hombres que conducían aviones
Y las prostitutas los rejonearán
Y hervirán sus huesos para obtener litio
El tráfico de baterías inmateriales
Para deseos de cristal
Habrá chamanes en todas las azoteas
Y cada tribu se volverá caníbal
Se servirán albóndigas de poetas muertos para la cena
En las casas más pudientes
Los pobres desollarán dealers y beberán sus sangre intoxicada
Así la primer guerra psicotrónica
Será un germen residual en la conciencia humana
Que devastará al cosmos entero
Llevándolo a su estado natural de Caos.
No se diga más
¡habrá que bendecir la sintaxis del nuevo-nuevo orden mundial!
del ojo que nada lo ve
porque seremos un reino invisible
una pocilga de espectros orbitando en torno a una motherword de helio y metales radiactivos
seremos un ápice de desgracia en el amanecer tras la masacre
los hombres morirán sus vidas
zombificados por el sueño de vivir hasta la muerte
de comodidades absurdas
y de música new age
de bongs de cobre y cántaros de cuarzo
en las prísitnas aguas del Lago Meme
donde imágenes cargadas de imbecilidad generarán tsunamis de sin sentidos
trasnformados en máquinas reproductoras
perderemos definitivamente la capacidad de deseo
y de nosotros quedará una sombra de sangre en el pavimento agrietado
apenas la centella absorta por la agonía
de la especie. Sueño en una noche estrellada en que toda persona se encamine
a suicidios de masa
como si fueran raves
intoxicados
danzantes
erotomizados
coloridas máquinas reproductoras
sólo capaces de ofrecer su carne y su movimiento
a la gran bobina Tesla del Nuevo-Nuevo Imperio
segmentado en feudos de colores
como un arcoíris de nacionalidades
lisérgicas
festivas maquinitas que se reducirán a un orgasmo fallido
a una mentira absoluta
hacia esas oscuridades nos dirigimos
en esa isla de atrocidades
habremos de encallar
una vez que se cierre el pacto
una vez firmado el armisticio digital
la huella cibernética implantada en nuestro cerebro
desde hace décadas
implotará
our own personal big crush!
Todo habrá de ser un orden despiadado sosteniendo al autocracia
Del Caos
Ave Eris!
El sueño de la década terminó con un golpe de estado
En que el totalitarismo violó despiadadamente a todas y cada una de ustedes
Mujeres humanas
Madres humanas o
Hijas humanas
Transexuales trasnustanciales y/o trasnpolares
Da igual
A todas se les ofrecio la delicia
Y recibieron
En cambio el holocausto
Por lo que hace al aspecto masculino de nuestra especia
Especimenta la especiatura de letárgica monta
Por la que nunca habrá de soñar jamás otra cosa sino la castración
La psicosis ha terminado
Porque nunca la hemos asimilado por completo.
Felices borregitos biofractales
Felices ovejas al matadero
Hemos ganado nuestro derecho a perder la vida
La libertad
La voz
Nada quedará de este templo de piedra
Sino unas cenizas pálidas
Y alguna flor podrida
Edificios como cementerios
Se extenderán desde Shangai
Hasta la colonia Roma, y más allá
Donde también hay hípster y otro tipo de fauna perniciosa.
Clases de Tai Chi programático
En todas las escuelas
Más comida orgánica de escorpiones y murciélagos
Más medicamentos conceptuales
Más Ziziek como aderezo: ja-ja-ja.
Usted
Sí, usted que lee
Ha muerto.
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Con destinatario Cartas marcadas / Muestra Plástica de Juan Carlos Mege / por Víctor Hugo Díaz
Con destinatario
Cartas marcadas
Muestra Plástica de Juan Carlos Mege
por Víctor Hugo Díaz
Para muchos el acto físico de pintar ya no se justifica, pues hoy contamos con recursos tecnológicos y audiovisuales que igualmente son capaces de generar y transmitir experiencia estética y conceptual.
Como resultado, el arte del pincel ha sido, por algunos, parcialmente circunscrito al ámbito de lo ornamental, solo a color y forma, limitándolo a la competencia de la mano y el ojo.
Por el contrario, voces diferentes como la incisiva Crítica Avelina Lésper, afirman que las artes plásticas y visuales deben estar respaldadas por el dominio total de las técnicas tradicionales del oficio, el conocimiento académico y el ejercicio permanente. Esto como exigencia básica, antes de poder comenzar a explorar senderos creativos; validándose solo así y desde ahí, cualquier opción, práctica o actitud vital frente al arte y su proceso.
Esta postura de Lesper, rígida y conservadora en apariencia, es en realidad una base, una plataforma desde donde comenzar el avance hacia su verdadero objetivo crítico: el desenmascaramiento de una sucesión de actos, discursos, accidentes y denuncias, autodenominadas artísticas y renovadoras, que se sustentan artificialmente en demandas civiles, problemáticas del hoy ciudadano o en la “genial” inmediatez; pero desde una superficialidad sin abismo, desde lugares ya vistos, aquello pegado con saliva demasiado temático y reconocible (con anterioridad), que entrega una lectura sin luz ni descubrimiento, en donde un espectador sin información, sin mapa de ruta en las manos o sin un guía exégeta, está imposibilitado de participar.
Lo sorprendente es que muchas de estas acciones o incidentes, consiguen visibilidad y respaldo teórico e institucional; aunque engañosamente, como sostiene Lesper, a pesar de contar con todas las piezas ajustadas para envasar el “producto” y su difusión, hay un factor, un requisito fundamental que siempre está ausente: La experiencia estética.
Desde otro ángulo también coincido, sin ninguna duda, en que el artista y su creación son residuos y síntesis de su tiempo, su contexto social y su materia prima simbólica; pudiendo hacer uso de todos los elementos, signos, materiales, posibilidades y significados a su alcance. Sin embargo debemos también establecer que el arte no son solo “nuevas ideas”, manifiestos, rupturas o conceptos representativos, incluso con potencia y voluntad. El arte exige la ejecución de obras.
En este escenario 20/20, sobre el “Atril” de la discusión y apuesta entre el ojo, la imaginación y la vida; nos llega a domicilio este envío, Cartas marcadas, la presente muestra pictórica de Juan Carlos Mege.
Esta producción, se “Enmarca” dentro de una propuesta de pintura y color ejecutada con exactitud y definitiva expresividad. Utilizando técnicas fronterizas y arriesgadas, siempre al borde del siguiente paso gestual. Siempre en el límite, en la aduana; un trabajo donde pigmento y trazo se entregan al público en su grado esencial, no figurativo, persiguiendo lo estrictamente deseado.
Esta colección de cuadros de Mege, logra entregarnos una visión y un sujeto poético que se tensiona y descose en el instante en que los sellos chilenos antiguos intervienen, alcanzando un sentido otro, más abierto y significativo.
Al primer contacto parece un gesto inútil y casual, pero que ha sido planificado con anticipación. Siendo capaz simultáneamente, de izar un acto creativo en su estado de naturaleza (Entrevistas, Enrique Lihn), como de seleccionar un ícono de la huella, un tótem del viaje y el encuentro personal entre nombres, cuerpos y voces; es decir la marca, la “inscripción”, la evidencia que alguien dejó en la escena, representada por los timbres de correo.
Por evocación, las estampillas nos llevan a la imagen de la “Carta”, a su función y peso simbólico. Algo así como el sinónimo de un “Nosotros”, pero vestido con fibras deshilachadas, sobras textiles, restos de una prenda que ya perteneció, una ausencia “apuñalada” en la palabra amor; esto en contraposición rotunda a la poca permanencia y vínculo que des-comprometen las redes sociales, los medios y los modelos de comunicación.
Estas, son Cartas marcadas con timbres Postales que sin tiempo ni distancia, dan sentido profundo a este “gesto doble” e ideal protagonizado por un emisor y su destinatario.
Juan Carlos Mege, construye una metáfora táctil, homogénea y de amplia lectura. Donde el armisticio o reconciliación binaria pintura/concepto, adquieren su forma; otorgando materialidad a este “lugar creado” en donde hacer y decir son el único objeto. Ahí donde, de manera hiriente, el pincel captura el movimiento vertiginoso del lenguaje actual, su fugacidad, este alfabeto efímero y su acelerada descomposición. Haciéndonos reflexionar sobre la forma de comunicarnos entre nosotros; con nuestra memoria e identidad. Plasmando en estas obras una experiencia inasible y Estética; es decir este ahora sorprendente… en que la vida está sucediendo.
Juan Carlos Mege Báez, nace en Cerro Verde, sur de Chile el año 1968. Sociólogo y cineasta, con estudios en filosofía, historia del arte y escultura en piedra.
Desde el 2003 su trabajo visual ha sido expuesto en distintas ciudades chilenas. El 2005 lleva sus obras plásticas Corpus Cristi y Máquina de Combate al formato audiovisual, realizando el mediometraje docuficción Maquina de Combate. El 2009 estrena su primer largometraje Hotel Marconi.
Desde el 2010 a la fecha, continúa experimentando entre el arte visual y la cinematografía. Dirige los largometrajes Salvaje en Lonquimay-Chile y Venus en San Clemente de Tuyu - Argentina. A partir del 2017 es miembro de la red cooperativa internacional de clusters audiovisuales. Entre sus acciones artísticas en desarrollo se cuenta con un poemario inédito y dos guiones de cine, para ser realizados el 2020 y que abordan temáticas de brujería, ecología e injusticias sociales en la región.
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Fotografía cuadros y retrato: Camilo Echegoyen Cárdenas
Boceto de la espera / Marina Centeno /
Colección “Deterioro” Un abstracto de la naturaleza.Marina Centeno
Boceto de la espera
Marina Centeno
Si alguna vez me inclino como ahora
con ademán trémulo de sauce
habrá de ser para asomarme en vano
al opaco arenal que abandonaste.
Rosario Castellanos.
I
Un día en el estanque de lo monótono
rozando el muslo de la melancolía
cada que la tarde llueve de tristeza
y la sed palpita en cada pájaro
no sabemos medir la palabra ausencia
y aun así trotamos sin sentido
avanzamos abrumados por la huida
sabedores del vacío y la ligereza
cuando la libertad sólo significa
abrir la carne y dejarse llevar por la marea
II
Ahora es tiempo de ver con las hormonas
de sentarse a la puerta del declive
a contemplar el mundo desde adentro
para sentir que el tiempo nos concierne
con la espera en la punta de la lengua
para escribir poemas de infinito
mientras la piel se cae con paciencia
y que quiebra el camino con la fruta
III
Por cada soledad surge una sombra
un hueco donde el tiempo me permite
llenar con languidez y pesadumbre
momentos que se crispan con el frío
y tiemblan los contornos del cuaderno
se llenan los renglones de preguntas
sin nada que escribir más que uno mismo
en medio de este páramo de suerte
IV
Todo él aconteció en mi hondura
apareció de pronto en el resquicio
de esta soledad laboratorio
para hacerme el conejo de su vida
y abrir de par en par toda la historia