Apareció en su taza, dice.

En un tiempo sin nombre, que desde siempre fue dispuesto para recrear nuevos mundos dentro de una botella arrojada al mar de lo que ya está escrito, pero no ha sido contado, se encuentran todas las palabras listas para ser liberadas por la mano invisible que hace funcionar los corazones de quienes a través de sus ojos, sus manos y tinta son capaces de reconocerse en otras almas, con el único propósito de dejar constancia a quienes sobrevivan a este sueño que fuimos capaces de soñar.

Al mirar al pasado, las hojas sueltas de nuestros recuerdos, les contarán sobre su futuro, y éste, les resultará lo necesariamente espantoso.

Los que aún no gozan de la calma de saberse infelices, conocerán cómo inventamos los días, trazamos planes, intentamos el amor y tenemos el privilegio de llorar.

Quienes aún no se encuentran descubrirán, en líneas trazadas por quienes los antecedieron, su misión.